La población infantil española presenta
valores de peso, en niños y niñas entre 6-9 años, que los sitúa en sobrepeso,
un 26% y en obesidad al 19%, según el estudio Aladino, realizado por la
Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y actual AECOSAN.
La obesidad es un problema de salud pública. Causa problemas orgánicos y
psicológicos en la infancia, es el determinante principal de obesidad en la
edad adulta, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias y
cardíacas, hipertensión arterial, dislipemia, diabetes mellitus tipo II y
problemas osteomusculares.
¿Qué es la
obesidad y a qué se debe?
La obesidad es una
enfermedad en la que hay un aumento de peso procedente de masa grasa. Es
multicausal y son pocos los casos en los que se debe a una enfermedad, trastorno
genético u hormonal. La mayoría de las veces la causa está en una ingesta
energética excesiva, una deficiente educación alimentaria y poca actividad
física.
Nuestra alimentación
ha cambiado, nos hemos alejado de una dieta mediterránea ligada a nuestra
tierra y cultura. Hemos introducido alimentos ricos en grasas y azúcares
rápidos que se transforman rápidamente en reservas de grasas pues la energía
que nos proporcionan es mayor de la que realmente necesitamos. Olvidamos
las legumbres y las frutas han sido sustituidas por lácteos azucarados.
La bollería industrial prevalece en las meriendas y desayunos infantiles, y los
platos precocinados abarrotan las neveras y congeladores.
Consecuencias
negativas de la obesidad infantil.
El sobrepeso conduce hacia la obesidad y conocemos sus consecuencias negativas sobre la salud
física, psíquica y social de quienes la padecen.
La obesidad no es únicamente un problema estético, es
también una enfermedad que afecta a la movilidad, al sueño, a la salud de
nuestra piel, que dificulta la respiración… Es una enfermedad que pone a quien
la padece en el riesgo de padecer hipertensión arterial, diabetes, elevación de
colesterol y triglicéridos en sangre. La obesidad acerca la patología
cardiovascular al niño o al adulto en el que se convertirá.
A nivel psicológico y social afecta, pudiendo bajar la
autoestima del niño, sufrir aislamiento e incluso discriminación. La infancia,
pre adolescencia y la adolescencia son momentos claves para cuidar la
alimentación pues a veces es cuando comienzan determinadas patologías,
trastornos del comportamiento alimentario, como
la anorexia nerviosa o la
bulimia.
Prevenir es la mejor estrategia de
intervención.
Para evitar llegar a ella hay que desterrar malos hábitos de
salud. Aquí os propongo algunas reflexiones:
Los niños y niñas han de desayunar, no vale salir corriendo
sin tomar al menos un lácteo y un cereal. Lo suyo es añadir también la fruta
pero si no se la toman la podemos mandar para el recreo junto con algo más.
Es bueno que nos vean también a los padres desayunar bien,
sentados y con alimentos que les decimos a ellos que son sanos. Somos su
ejemplo también en el resto de comidas del día.
Nosotros somos los adultos y los que seleccionamos sus
alimentos por tanto debemos conocer aquellos que le harán crecer con salud, en
talla y peso. Hemos de ser críticos con los anuncios de snacks, muchos tratan
de enganchar a un determinado sector de la población por sus juguetes o
regalos.
No le hablaremos al niño o a la niña usando el término “vas
a ponerte gordo/a” hay que resaltar la salud. Se puede llegar a generar
confusiones, pérdidas de autoestima e incluso acercar trastornos del
comportamiento alimentario.
Hay que disfrutar de un ocio activo. Cierto es que la
televisión, las consolas ordenadores… hacen que los niños y niñas sean
sedentarios. Tendremos que establecer horarios para estas actividades y tiempos
para que consuman la energía de los nutrientes que han ingerido, saltar,
correr, hacer caminatas y disfrutar de la naturaleza es salud y diversión
también.
No es fácil educar a los niños y niñas, pero es que además
aquí estamos educando en salud y en hábitos de vida saludables. Tendremos que
buscar recursos y a profesionales que nos orienten en caso de necesitarlos.
Queremos evitar que los niños con
sobrepeso lleguen a obesidad, y que se conviertan en adultos obesos. Una vida
con hábitos saludables y una alimentación nutricionalmente completa y
placentera es posible.
Responsabilidad alimentaria y un menú para tres días.
Hay alimentos que tendremos que limitar, no
se trata de prohibir. La bollería industrial, chocolates, bollos… están llenos
de azúcares rápidos y grasas saturadas, no son recomendables por tanto su
consumo diario. Los postres lácteos no deben sustituir a las frutas.
Los menús deben ser equilibrados, variados y
sanos en todas las comidas del día, adaptados a las necesidades de cada miembro
de la familia.
Los padres y madres deben implicarse
activamente en la alimentación, conociendo cual es el menú de sus hijos en el
colegio, quien lo ha elaborado, como se puede realizar una compra en el
supermercado con premisas de salud...
Hay que recordar que también hay sectores que
han de implicarse en la prevención de la obesidad infantil: la industria
alimentaria, el sector de restauración colectiva, la publicidad, los
educadores, las AMPAs, el gobierno… deben informarse y formarse pues la
obesidad conduce a la enfermedad física, social y psicológica.
Aquí propongo un menú variado para tres días, pero tengamos en cuenta que los tamaños de las raciones habrán de personalizarse para adecuarlos a las necesidades reales de cada niño o niña.
Ana
Márquez Guerrero
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética
Diplomada en Enfermería
Licenciada en Antropología (Salud y Enfermedad)
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