Seguro
sabéis cómo me gusta Fernando Botero y habéis visto en algunas
de mis presentaciones imágenes de sus obras.
El
artista colombiano dice que “no pinta gordas”, pero lo que está claro es el peculiar
modo en el que destaca el volumen, la abundancia y el color, en sus Naturalezas
Muertas, en sus retratos de bailes, fiestas, meriendas campestres, bodegones…
El
pasado mes de diciembre tuve la oportunidad de poder visitar su exposición, en el
Museo de Bellas Artes de Bilbao. Me encantó. Disfruté ante cada cuadro, color, escena,
matiz… En total 79 obras que recorren 60 años de su personal modo de pintar.
Guiaba un taller sobre arte y alimentación que todos disfrutamos muchísimo, y en
el que quedó patente la influencia de la cultura alimentaria colombiana sobre
Botero.
Me
quedo especialmente con sus Naturalezas Muertas, donde flores, frutas y menaje,
se mezclan y nos transportan a otro lugar, dónde las formas son diferentes,
donde no hay “obesidad” y si frutas, que nos invitan a sentarnos a la mesa, o
sobre una manta en el campo, para degustar estos nutritivos y reconfortantes
alimentos, en compañía o en soledad.
Ya
en la calle, en plena Gran Vía, nos topamos con una escultura en
bronce, “Caballo con bridas”, que en
palabras de Vargas
Llosa nos transmite “quieta y suntuosa abundancia”.
Si podéis, id a verla, creo que la van a dejar unas semanas de febrero.
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